Escamas rosadas debajo de los párpados proyectan visiones de acantilados.
El deseo alguna vez presente en el juego infantil quiebra la roca monumental en finas piezas. Como mil agujas llueven sobre el cuerpo entrando por cada poro de la piel, recorren las venas y arterias hasta llegar al centro, solo al chocar todas las partes se puede sentir de nuevo un sentimiento genuino e irrepetible.
Un terreno delimitado por cuatro puertas sirve como corral. Los pensamientos corren alzando las rodillas de una punta a otra, las sombras que generan el movimiento de sus pies dibujan en la tierra cabecitas, senos y penes.
Solo cuando el faro pasa su luz por encima de las paredes aparecen rayadas unas letras de color púrpura, color sangre seca.
En ellas se puede leer una palabra a la vez y su significado cambia al ritmo de la luz.
Algunas veces hace reír y muchas otras hace llorar.